2013-03-12

UN AMOR PROHIBIDO


Una vez, en esos tiempos, cuando casi todo era gris y oscuro, existía una chica, bueno disculpen, una adolescente encerrada en su cuarto…
Un momento, ¡eso es muy antiguo!, cambiaré el guión.
…una adolescente cuyo padre era muy desconfiado con la gente, y a la adolescente…
¡Huy!, se me ha olvidado presentarla. Se llama Pínfloy. Un nombre raro ¿verdad?, es que los padres estaban como una cabra.
Cuando ella era más pequeña, era muy dulce y amable, hasta que un  día la madre falleció. Y desde entonces no se comporta igual que antes. Pero bueno, eso ya pasó, ahora Pínfloy tiene 16 años y eso pasó hace mucho tiempo.
Era un día normal y corriente, Pínfloy estaba  con las amigas. Llegó la noche y Pínfloy iba a salir, pero le pregunto el padre:
-         ¿A dónde vas?
-         A un concierto, papa, ¡adiós!
-         ¿Cómo? ¡No vas a ningún concierto! -Dijo levantando la voz.
-         ¡Porfa papa! ¡Porfaaa!
-         Bueno, está bien pero solo hasta la una.
-         Está bien papa. ¡Adiós!
Mientras estaba en el concierto bailando, tropezó con alguien. Era un chico. Se avergonzó y dijo:
-         ¡Lo siento mucho, de verdad!
-         No, tranquila, da igual.
Siguió bailando, y al terminar el concierto sus amigas se fueron sin ella, y penso:
-         Me han dejado plantada, tendré que volver andando.
Por el camino un coche le paró, abrió la ventanilla y dijo:
-         Monta en el coche que te llevo al pueblo.
-         Me suenas de algo, ¿te conozco?
-         Soy el del concierto, ¿te acuerdas?
-         ¡Ah, sí! ¡Con el que tropecé!
-    Sí, ese mismo.
Subió al coche y le preguntó:
-         ¿Cómo te llamas?
-         Yo, Jose. ¿Y tú?
-         Yo… Pinfloy. Lo sé, es un nombre horroroso.
-         No, es precioso. Me encanta, es especial y original.
-         Muchas gracias. -dijo con la cara colorada.
-     Bueno, ya hemos llegado.
Se miraron mutuamente y dijeron a la  vez:
-         ¿Me das tu número?
Y dijeron a la vez; otra vez:
-         ¡Sí, toma!
-         ¡Gracias! –dijo ella.
-         No, a ti.
Entró a casa, el padre le esperaba en la puerta y le preguntó:
-         ¿Quién era?
-         Un amigo, -respondió –lo conocí en el concierto.
-         Os he visto compartir los números de teléfono.
-         ¿Y qué? ¡Es solo un amigo!
Estuvieron llamándose y saliendo durante una semana, pero todos los días, cuando volvía a casa, el padre le regañaba. Hasta que un día se hartó y dijo:
-         ¡Pero nos amamos!
-         Ya sé  que os amáis, pero ese chico me huele a gato encerrado.
-         ¿Por qué? ¡Es un chico muy amable!
-         Ya sé  que harás lo que quieras, pero estás advertida.
Quedaron al día siguiente y no apareció. Así que fue a buscarle. Por el camino se encontró con él, pero con otra chica. Pinfloy se fue llorando a casa. Se fue a donde el padre y le dijo:
-         Tenías razón papá, no es de fiar.
-         Tranquila hija, ya pasó.
Y así acaba el cuento. Lo sé, acaba muy mal, pero no siempre son finales felices. Así que otra vez será.
FIN
  
Ariadna Fernandez

1 comentario:

  1. La historía ha sido interesante, pero un poco rara, ha estado bien que no termine como todas las historias porque casi todas acaban bien, pero en tu historía hay demasiados cambios de tiempo presente a tiempo pasado.

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